jueves, 18 de diciembre de 2008

-4. Siempre quise

desde tiempos remotos cuando en mi casa me decían 'primero aprende a lavar tus calzones y luego piensas en novio' poder tirar a la basura y no al cesto de ropa sucia lo que me quitara en la noche antes de ducharme o ponerme el pijama o el camisón o las camisetas equis equis ele de mi papá. Aunque cuando viví con mi nana jamás tuve que lavar nada la presión por lo de los calzones era mucha. Cada vez que lo intenté se escuchó por toda la manzana un '¡ay mijita qué inútil eres!', de cariño pues, al final siempre los tallaba ella.

No tenía entonces tantos uniformes como para tirar uno diario y eso que alguna vez tuve tres blusas y dos faldas. Ahora tampoco nado entre las prendas de mi guardarropa como para vestir de úsese y tírese todo el año pero al fin conocí la fantástica sensación de mandar todo al basurero tras desvestirme, no durante uno, dos, ni tres días, ¡sino toda la semana! Todas mis camisetas manchadas de catsup, aceite o salsa barbacoa pueden irse a la fregada, también las olorosas a papas a la francesa o nuggets de pescado, en realidad todo lo que no quepa en mi maleta guinda. Hoy tiré dos bolsas y ¡mañana más! Adiós -entre otras cosas- a los Vans azules y los tenis que me llevaron al FIB. ¡Se acabó!, :D

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