-187. Ojeras.

Madrid, 21:30. Junio/2009

Es insultante la luz que hay a las nueve:treinta de la noche. Llevo unas noches horribles desde que comenzó esta cosa del verano, el año pasado debió no pegarme tanto gracias a las persianas automáticas y el aire acondicionado del chalé. No duermo o duermo poquísimo. Si dejo abierta la ventana refresca pero entra luz desde las seis a.m., si la bajo desde temprano paso calor un buen rato hasta que caigo muerta sobre las dos a.m., a veces más tarde. Ayer mi jefa dijo sorprendida '¡ah!, alejandra tienes una cara de cansada...' Hoy otra vez. No luzco bien, la verdad.

Quizá piensen, de qué se queja ésta si ha debido pasar los veranos más calientes de México más de la mitad de su vida. Sí, sólo que provista al menos de un abanico (un abanico en La Paz es un ventilador, sabemos que está mal dicho y no nos importa). Además todos esos años, mi única obligación entre las dos y cuatro de la tarde era comer y echar la siesta en el cuarto del aire acondicionado, porque jamás he tenido integral. Todos creen que hablar del clima es trivial, a mí me parece muy importante hacer las pases con él y poder dormir tranquila.