-33. Calabacitas con queso.

Siempre sentí que la mamá de Salvatore no me quería mucho, como que no le caía bien pues y traté de no tomármelo muy en serio, era la mamá de mi novio, o sea, sólo la mamá de mi novio. De todas formas yo nunca he agradado a las mamás de mis novios, como cualquier chica roba hijos, o sea, como todas las chicas ¿no? Una vez, durante el tiempo que estuvimos casados ante los ojos de todos los miembros mayores de 30 años de su familia y algunos de mis contactos de msn, sus padres fueron a visitarnos al piso bonito que alquilábamos juntos. Era precioso, aunque la primera vez que lo vimos era de noche supe que tendría una iluminación fabulosa y lo amé, sin más. No teníamos más mesa que la de Corona, una de metal, ideal para un domingo de cheves en el Tecolote, a 26 kilómetros de La Paz. Para los dos, mientras menos cosas obstruyeran la vista al parqué y al cielo mejor.

Esa vez debía ser verano porque recuerdo que cuando llegué a casa todavía entraba luz por la ventana y ya era tarde. Yo había estado bebiendo con Mario Flores en un lugar de fresas cercano a casa...

(debo irme a cenar, me llaman)